La trascendente obra de vida del Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez

Revisión histórica

 

La trascendente obra de vida del Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez

The transcendental lifework of Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez

 

Jennifer Smith-Groba1 https://orcid.org/0000-0001-8595-9306
Hector Julio Piñera-Castro1* https://orcid.org/0000-0002-2491-489X
Lisandra Aimé Ruiz-González1 https://orcid.org/0000-0001-7248-2406
Marlene Fernández-Arias1 https://orcid.org/0000-0001-9950-7247

 

1Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas Victoria de Girón. La Habana, Cuba.

*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: hectorpinera18100@gmail.com

 

 


RESUMEN

A finales del siglo XIX y principios del XX, notables médicos cubanos conquistaron renombre mundial. Entre ellos se distingue la personalidad de Joaquín María Albarrán Domínguez, quien en su breve vida supo conjugar y aplicar sabiamente los conocimientos de clínica, cirugía, anatomía y fisiología a la especialidad de urología, hasta alcanzar logros de talla universal. En este artículo de revisión histórica se procuró analizar los principales hitos en la obra de vida del Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez y su trascendencia para la historia de la medicina. Al quehacer de este eminente médico, lo caracterizaron no solo los más cimeros atributos de la excelencia científica, médica y docente, sino también grandes valores como ser humano, un profundo amor al suelo patrio y un enérgico fervor porque a este le deparase un porvenir científico luminoso. Su impronta profesional trascendió las barreras del tiempo y su cubanía desafió las fronteras geográficas. Constituye una figura digna de ser rememorada, especialmente por las nuevas generaciones de profesionales de la salud.

Palabras clave: Joaquín Albarrán; urología; historia de la medicina.


ABSTRACT

At the end of the 19th century and the beginning of the 20th, notable Cuban doctors gained worldwide renown. Among them, the personality of Joaquín María Albarrán Domínguez stands out, in whose short life he was able to combine and wisely apply the knowledge of Clinic, Surgery, Anatomy and Physiology to the specialty of Urology, until reaching achievements of universal stature. In this historical review article, the main milestones in the lifework of Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez and its significance for the history of Medicine were analyzed. The work of this eminent medical doctor was characterized not only by the highest attributes of scientific, medical and educational excellence, but also great values as a human being, a deep love for the native soil and an energetic fervor for a bright scientific future to hold for it. Just as his professional imprint transcended the barriers of time, his Cubanness defied geographical borders. He is a figure worthy of being remembered, especially by the new generations of health professionals.

Keywords: Joaquín Albarrán; urology; history of medicine.


 

 

Recibido: 15/09/2022
Aprobado: 05/12/2022

 

 

INTRODUCCIÓN

Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX, la medicina cubana contó con un notorio caudal de médicos ilustres que alcanzaron dimensión internacional en los más variados campos de las ciencias biomédicas. Tal es el caso de Joaquín María Albarrán Domínguez, el gran maestro de la urología moderna (Fig. 1).(1)

 

 

La labor científica de Albarrán respondió al desarrollo alcanzado por las ciencias en Francia, pues si bien convergieron en él gran inteligencia y capacidad de trabajo, existió además una auténtica vocación investigadora, pedagógica y asistencial. Su mayor contribución recayó en el diagnóstico, creación de nuevo instrumental y desarrollo de técnicas quirúrgicas del sistema urinario, pero también legó grandes aportes en los campos de la histología, la anatomía y la anatomía patológica de este propio sistema, todo ello recogido en textos clásicos de la especialidad, vigentes muchos años después de su muerte.(2,3)

El Apóstol cubano lo calificó como "de lo más valioso de nuestra gente en París",(4) lo cual sugiere que no solo José Martí reconoció el vertiginoso ascenso que logró en la medicina francesa, sino también la admiración y veneración que generó entre sus compatriotas cubanos.

Albarrán era un amante de su patria. Pasó a la historia como una figura querida, pues fue dueño de una existencia pletórica de enaltecedoras hazañas. La vigencia de su obra ha trascendido la brevedad de su vida. En la Academia de las Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana se descubrió un retrato al óleo un año después de su fallecimiento. En La Habana, su nombre prestigia un hospital clínico-quirúrgico y una facultad de ciencias médicas; en su ciudad natal, una grandiosa estatua de mármol -del notable escultor cubano José Vilalta Saavedra-, en el parque homónimo, lo representa en posición sedente con el brazo levantado en actitud oratoria, cercana a la casa donde nació. Tarjas y condecoraciones agasajan su figura; en Francia, el pabellón de la clínica urológica del Hospital Cochin de París lo rememora.(1,2,5,6,7)

Durante años, los urólogos del mundo le han rendido tributo de diferentes maneras; en Cuba, cada 9 de mayo se celebra una actividad científica en conmemoración de su natalicio. En 2020, la Sociedad Cubana de Urología comunicó que, debido al azote de la pandemia por la COVID-19, no se celebraría la acostumbrada reunión. Sin embargo, eso no impidió que se homenajeara en la Revista Cubana de Urología el nacimiento de este eminente médico y se pusiera de ejemplo su valioso trabajo científico y su vida misma para asumir, con entrega, la lucha contra tal enfermedad.(8)

En este artículo se analizan los principales hitos en la obra de vida del Dr. Joaquín María Albarrán Domínguez y su trascendencia para la historia de la medicina.

 

 

DESARROLLO

"(…) Joaquín María Albarrán Domínguez era de la estirpe de hombres, que, por la grandeza de su genio, traspasan las fronteras de su patria para pertenecer a la humanidad. No tuvo rival en acopio de conocimientos sobre una materia que supo impulsar al máximo de posibilidades. En una sola figura se conjugaron -en maravillosa armonía- el ilustre investigador, el brillante profesor, el habilísimo cirujano, el fiel amigo, el buen padre y el patriota (…)"(1)

Para comprender la relevancia que alcanzó esta fulgurante personalidad y por qué defendía sus raíces, es imprescindible conocer los obstáculos que afrontó durante su niñez y adolescencia, y la gran convicción y sabiduría que lo condujeron, indudablemente, al éxito.

Nacimiento, niñez y adolescencia

Nació el 9 de mayo de 1860, en la todavía española isla de Cuba, en la Villa de la Concepción de Sagua la Grande, población cercana al mar en su parte noroccidental, que pertenece actualmente a la provincia de Villa Clara. Fue el penúltimo de 6 hijos, fruto de un matrimonio de buena posición económica constituido por Pedro Pablo Albarrán de la Calle, natural de Cádiz, España, y María Micaela Domínguez de Lima, nacida en Matanzas.(6,9)

Lamentablemente a los 4 años quedó huérfano y pasó a la tutela de su padrino, el Dr. Joaquín Fábregas, cirujano local de nacionalidad española. En 1869 los problemas independentistas por los que atravesaba Cuba motivaron que su familia, con la ayuda de su padrino y protector, lo enviara a La Habana junto a sus hermanos mayores Pedro y Pablo, donde recibieron educación en el colegio de Belén, bajo la supervisión de los padres jesuítas.(9,10)

El 20 de julio de 1872, también por recomendación de su tutor, fue enviado a Barcelona, donde continuó los estudios de bachiller, acompañado por su hermano Pedro, quien tenía el propósito de estudiar medicina. El suceso que precipitó ese viaje a través del Atlántico fue el crimen perpetrado por las autoridades españolas en Cuba, al fusilar a 8 estudiantes de medicina en La Habana, el 27 de noviembre de 1871. Muchas familias de la época, por el temor de perder a sus hijos, decidieron enviarlos a estudiar lejos del convulso ambiente que estremecía al país, y el destino solía ser España.(6)

Pero hay caminos que parecen estar prefigurados y como tales se dan, a pesar de todas las precauciones y previsiones que intentan desdibujarlos. Cuando el joven Albarrán llegó a Barcelona se involucró, a través de una logia masónica, con su hermano y otros compañeros cubanos de mayor edad, quienes apoyaron la causa independentista cubana mediante la provisión de fondos para la lucha, con lo cual se demostraba que, a pesar de haberse educado en colegios cuyos patrones educacionales estaban alejados de los sentimientos nacionalistas, se mantenía intacto su sentido de cubanía.(1,6)

El 23 de septiembre de 1873, con solo 13 años de edad, obtuvo el título de Bachiller en Artes, un logro de colosal hazaña, pues el estudiante cubano puso a prueba su talento al acelerar el ritmo de los cursos ordinarios en el colegio.(1)

Comienzos en la medicina

A los 13 años inició la licenciatura de medicina en la Universidad de Barcelona, los que finalizó en 1877 con la calificación de sobresaliente, a los 17 años. Destacó especialmente en las asignaturas de anatomía y de disección, impartidas por los profesores Carlos Silóniz y Jaime Farreras, respectivamente, quienes despertaron en él gran interés por esas materias, lo que le hizo dedicarse durante las vacaciones a practicar la disección anatómica en el llamado "Corralet", lúgubre habitáculo ubicado en los sótanos del Hospital de la Santa Cruz, en el pasadizo que lo unía con el Colegio de Cirugía y donde se encontraba la Facultad de Medicina.(9)

Realizó el doctorado en medicina a los 18 años, en la Universidad de Madrid; una de las asignaturas era histología, impartida por el catedrático Aureliano Maestre de San Juan. En la primavera de 1878, conoció a Santiago Ramón y Cajal, al que le es presentado con estas palabras: "Aquí tiene usted a un colega cubano, al que también la investigación histológica le hace cosquillas en su espíritu".(11)

Albarrán presentó en Madrid, con los máximos honores, su tesis doctoral "Contagio de la Tisis", enfermedad que, paradójicamente, lo condujo a su muerte años después. Obtuvo el Premio Extraordinario del Doctorado Hors de pair (sin igual, en español).(2)

En 1878, finalizó la Guerra de los Diez Años (1868-1878), sin lograrse la independencia de los cubanos, ni la abolición de la esclavitud. La situación en Cuba era muy crítica y no convenía el regreso de los hermanos Albarrán. Joaquín, ya a sus 18 años regresó a Barcelona, pero a su edad no le era posible ejercer la profesión en Cuba, lo que representaba otra razón por la cual siguió el consejo de su padrino Joaquín Fábregas, que le propuso continuar sus estudios en la Facultad de Medicina de Berlín.(10)

De París al mundo. Logros alcanzados en la medicina

Camino de Alemania llegaron los hermanos Albarrán a París, en enero de 1879. El gran desarrollo de la medicina francesa y sus instituciones, constatado en las visitas realizadas a los hospitales, le hicieron cambiar su plan inicial y decidió permanecer en aquella ciudad deslumbrante. Joaquín Albarrán solicitó el ingreso en la Facultad de Medicina de La Sorbona, a través del rector de la Universidad de Madrid, que acreditó su formación académica con un currículo mediante la embajada de España en París.(1)

De febrero de 1879 a julio de 1881, Joaquín completó de manera sobresaliente 5 semestres correspondientes a la docencia, junto a brillantes profesores: Louis Latteux (histología), Louis Antoine Ranvier (histopatología), Charles Malassez (fisiología), Louis Pasteur (bacteriología) y Edouard Brissaud (medicina clínica). Estas sólidas bases lo ayudarían, años más tarde, en su aporte científico a la urología.(10)

En 1883 obtuvo una plaza de médico interno de los Hospitales de París -en reñido concurso de oposición- con el número uno, por lo que le fue concedido el premio Godard de la Academia de Ciencias como alumno más distinguido.(9)

Albarrán decidió encaminar sus pasos hacia la cirugía, por lo que se incorporó a los servicios quirúrgicos primeramente y se especializó en intervenciones quirúrgicas dentro del campo de la urología. Hizo su internado bajo la supervisión de destacados médicos como Ulysse Trélat, Jacques Joseph Grancher, Jean François Auguste Le Dentu y Jean-Casimir Félix Guyon. Es de hacer notar que este último ejerció una influencia decisiva sobre el joven Albarrán. Tuvo el privilegio de rotar en los hospitales más famosos y de más renombre de París: Charite, Cochin, Enfants Malades, Hotel Dieu , Necker y Salpetriere.(6)

En 1888, en su cuarto año de internado en el servicio del profesor Guyon (Hospital Necker), recibió la medalla de oro de los Hospitales de París. El servicio había sido creado en 1864 por Jean Civiale (1796-1867) y, a su muerte, ocurrida 3 años más tarde, le sucedió Jean-Casimir Félix Guyon (1831-1920), profesor de la Facultad de Medicina, que estableció allí una escuela urológica de gran prestigio, considerada la cuna de la especialidad, a la que acudían a especializarse médicos de todas las naciones.(9)

El profesor Guyon fue su maestro, con quien se formó y preparó en urología. Elaboró su tesis doctoral francesa "El riñón de los urinarios" en 1889 y la dedicó al profesor Ranvier. Con ella logró el primer premio de la Facultad de Medicina de París e inició su fecunda obra urológica. En 1890 fue nombrado, por Guyon, Jefe de Clínica de su servicio. En 1891 publicó el libro "Los tumores de la vejiga" y, en 1892, tras un nuevo y brillante concurso, obtuvo una plaza de profesor agregado de cirugía -lo que lo convirtió en el profesor más joven de la Facultad- y obtuvo, por segunda vez, el premio Godard. En 1894 logró otro título: El nombramiento de cirujano de los Hospitales de París. Fue también el fundador de la primera Asociación de Urología, la francesa, en 1896.(9)

Albarrán volcó en la urología todos los conocimientos anatomopatológicos y bacteriológicos que se conocían, perfeccionó el instrumental -como la universalmente conocida uña deflectora que lleva su nombre, que facilitó el cateterismo ureteral, en 1897-, y mejoró los métodos endoscópicos y radiológicos, todo lo cual lo condujo a una interpretación correcta de la fisiopatología de las enfermedades genitourinarias. Logró ampliar y perfeccionar las indicaciones y técnicas quirúrgicas de la especialidad, lo cual consolidó a la urología como una disciplina médico-quirúrgica independiente de la cirugía general.(12)

Mereció los premios Tremblay (1897, 1899 y 1904) -de la Academia de Medicina- y Barbier (1897) -de la Facultad de Medicina-, y le fueron concedidas, también, la Legión de Honor por el Gobierno de Francia (1907) en el grado de Caballero y otras condecoraciones internacionales. En Cuba, fue miembro de mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, y de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana. Además, integró la membresía de las Academias de Medicina y de Cirugía de París, y de las Sociedades Anatómica y de Cirugía de París; fungió como vicepresidente de la Asociación Francesa de Urología y perteneció a numerosas academias y sociedades científicas de Europa y América. Fue el primer hispano en ser titular de una cátedra en la Universidad de La Sorbona en París, al sustituir al profesor Guyon en 1906; así abrió las puertas a otros hispanos en esta época en que Francia estaba a la vanguardia de la investigación médica.(13)

Su extensa obra científica comprendió la invención de 21 instrumentos, aparatos y piezas de técnica de cirugía urológica; sus libros constituyen textos clásicos de la especialidad, todos publicados en París y traducidos a varios idiomas, entre los que sobresalen: "Los tumores del riñón" (1907), "Exploración de las funciones renales" (1905), y su obra cumbre "Medicina operatoria de las vías urinarias" (1909), así como 334 monografías y artículos. Es importante distinguir que Albarrán presidió el I Congreso Internacional de Urología celebrado en París en 1908 y participó en numerosos eventos científicos internacionales. Fue nominado en 1911 para el Premio Nobel de Medicina.(13)

Expresión de sentimientos de cubanía

Haber pasado casi todos los años de su existencia en otro país no desligó a Joaquín Albarrán de su tierra natal. Visitó Cuba en 2 ocasiones. La primera tuvo lugar en septiembre de 1885, ocasión en la que fue agasajado primero en La Habana, y entre las numerosas pruebas de afecto y consideración que recibió, se destacó el banquete de homenaje ofrecido por la revista Crónica Médico-Quirúrgica. Posteriormente visitó su ciudad natal, Sagua la Grande, donde se le organizó una gran fiesta en el Casino Español. Al día siguiente, se celebró una velada literaria-musical en el Casino de Artesanos. Allí, sobrecogido por los elogios, expresó: "Las canas aplaudiendo a un imberbe son un bálsamo a mi corazón y un estímulo a mi inteligencia."(1,6)

Su patriotismo se puso de manifiesto en su generosa contribución a la causa independentista, y su hogar en Francia siempre estuvo abierto a los cubanos que a ella acudían. Tampoco fue indiferente a la vida científica cubana, pues participó en el congreso médico de 1890. Fue en este año cuando realizó su segunda y última visita a Cuba, en la que, ya a sus 30 años, volvió a disfrutar de un acogedor recibimiento. Esta vez lo enaltecieron con la distinción de "hijo predilecto". En el banquete que sus colegas le ofrecieron en la capital, levantó la copa para decir: "Brindo, señores, porque se le den a Cuba los elementos que le faltan para su completo desarrollo científico y por el porvenir de la ciencia, que traerá consigo el porvenir moral y material de la tierra en que nacimos."(6,14)

En esta ocasión, declararía en la revista "El Fígaro" de La Habana las frases que quedarían grabadas en el pedestal de la estatua que le erigió en 1910 su pueblo natal: "Si los azares de la vida me han hecho adoptar por patria a la gran nación francesa, nunca olvido que soy cubano y siempre tenderán mis esfuerzos a hacerme digno de la patria en que nací."(2)

Albarrán, como fiel amante de su patria, estaba presto para la defensa si alguien ofendía de palabra a Cuba, o menospreciaba a algún cubano valioso. Así ocurrió con cierto señor que pretendió mancillar la fama y gloria bien ganadas del sabio cubano Carlos J. Finlay, a quien le querían arrebatar el mérito de haber descubierto el agente transmisor de la fiebre amarilla. Salió, entonces, en defensa de su compatriota y afrontó al señor con esta expresión: "¡Atrás, nada contra Cuba, nada contra los cubanos!"(6)

En París, al comienzo de la Guerra del 95, la acción compleja de los patriotas cubanos le confirió a Albarrán un puesto de primer plano en el seno de la emigración, el cual no siempre es bien reconocido. Fue uno de sus miembros más dinámicos; prueba de ello fue la circular escrita por Antonio Maceo en plena campaña invasora, en la cual expresó: "Me complazco en participarle que el Comité de París acaba de organizarse en esta forma: Presidente, el afamado doctor Joaquín Albarrán…"(2)

Su muerte

La brillante carrera profesional de Albarrán -en la cual obtuvo numerosos premios y fue, además, miembro de las más distinguidas sociedades y academias científicas de la época- se vio truncada a los 48 años por la diabetes mellitus que venía padeciendo, a la cual se añadiría una tuberculosis reactivada en un accidente operatorio, al terminar una nefrectomía en un paciente aquejado de esa enfermedad. Se vio obligado, entonces, a apartarse definitivamente de sus responsabilidades profesionales, en plenitud de facultades y en el cénit de su fama mundial.(13,14)

El 17 de enero de 1912, en Arcachon, balneario de la costa suroeste francesa, falleció a los 51 años una de las figuras más prominentes de las ciencias médicas en el mundo.(14)

Al Dr. Enrique Morado, amigo y testigo de sus últimos días, le hizo el encargo de que remitieran a Sagua la Grande su toga, bonete y medalla de oro, para que allí los conservaran. Hoy son parte del patrimonio del museo municipal. Al Dr. Tomás Hernández, que fue su amigo de la infancia, le confió el mensaje de hacerle saber a sus coterráneos que su último pensamiento sería para ellos.(13,15)

Los textos de Albarrán conservaban su vigencia medio siglo después de su muerte. Su obra cumbre: "Medicina operatoria de vías urinarias" constituye un texto que no ha sido superado por ninguna obra escrita de esta especialidad. Al repasar su contenido se aprecia que, además de su elevada capacidad intelectual y su excelencia científica, las enseñanzas de su arte urológico -magnífica muestra de un buen hacer-, con su importante experimentación y la metódica y cuidadosa descripción de la patología y de la operatoria, sorprenden y superan a los tratados modernos, por la profundidad de conocimientos y conceptos que con asombrosa claridad se exponen, así como por sus amplias miradas docentes, por lo que su lectura es muy recomendable.(2)

Su nombre, patronímico de instrumentos, métodos y técnicas quirúrgicas, sigue resonando en los hospitales y facultades de medicina como principal referencia de la urología moderna. A más de un siglo, su obra científica ha trascendido la brevedad de una vida que fue dedicada por entero a la ciencia y al bien de la humanidad, sin por ello perder su esencia de patriotismo y su entrega como padre y amigo, ejemplo digno a seguir por las nuevas generaciones.(2)

Consideraciones finales

A la obra de vida del Dr. Joaquín Albarrán la caracterizaron, no solo los más cimeros atributos de la excelencia científica, médica y docente, que le valieron el reconocimiento mundial como cirujano de vías urinarias, sino también un profundo amor al suelo patrio, un enérgico fervor por que a esta le deparase un porvenir luminoso, y unas extraordinarias condiciones como ser humano. Así como su impronta profesional trascendió las barreras del tiempo, su cubanía desafió las fronteras geográficas. Constituye una figura digna de ser rememorada, como fuente de inspiración para las nuevas generaciones cubanas de profesionales de la salud.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Conflictos de interés

Los autores declaran que no existen conflictos de interés.

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